Mujer que no está en Registro Electoral acusa incompetencia del Servel: “Mi pecado es querer votar”

Pablo Vera | Agencia UNO

Quiero denunciar el mal funcionamiento de Servicio Electoral. No debo ser la única que a pesar de los trámites realizados, no ha recibido respuesta alguna.
Tengo nacionalidad chilena, por ser hija de chilena nacida en el extranjero. Me vine a Chile el 19 de enero de 1997, a pasear y probar suerte.
Ese año inicié mis trámites para la obtención de la nacionalidad. En aquella época, antes de la modificación de 2005, se requería tener un año de residencia con menos de 60 días fuera del país. En diciembre de ese año, me casé, terminé los trámites antes de tener a mi hija.
En 1998, tuve trámites terminados y cédula de identidad gestionada en el Registro Civil. Esto me sirvió para desempeñarme como asistente social en el aparato público durante 15 años, desde municipalidades, ministerios (Interior y de Vivienda) e intendencias.
Siempre laboré a honorarios, por lo que estuve inscrita en el SII desde ese mismo año, con declaraciones de impuestos anuales. En todos estos años, no quise cumplir con mis obligaciones cívicas por no creerle al sistema binominal.
Sólo para las elecciones municipales pasadas (2012), residiendo en Providencia y con inscripción automática, me busqué en el portal del Servel y no me encontré. Llamé y nada. Escribí y no recibí ninguna señal. Me quedé sin votar y sin apoyar a la que había decidido era mi candidata.
En abril de este año, me dirigí a las oficinas de Santo Domingo Nº 566 y me buscaron en todos lados, sospecho que hasta en las listas negras, pero tampoco aparecí. Llené formulario, dejé fotocopia de carnet y envié certificado de nacimiento.
A las dos semanas, me llamaron para decir que faltaba certificado de residencia, lo que gestioné en la Unión Comunal y lo envié digitalmente.
Al tiempo (bastante), recibí una carta de la directora de la entidad, diciendo que según el reporte de Policía Internacional yo no me encontraba avecindada en Chile. En la misiva me recomiendan dirigirme a las Oficinas de Extranjería y/o a la PDI.
Le escribí a la Policía de Investigaciones, y me respondieron que efectivamente los registros dan cuenta de mi nacionalidad y que debía dirigirme a Extranjería para enmendar el error (que no es mío, reitero).
Obediente y sin opciones, lo hice. Colas y esperas mediante, una funcionaria jefa de la División de Entrega de Documentos de Extranjería, se apiadó y acogió mi caso. Le mostré ambas respuestas, y ella revisó sus antecedentes que respaldan lo que vengo sosteniendo hace meses. Habló con Carolina Pilar de la PDI, quien le recomendó que gestionara en Interpol un certificado de viaje.
La funcionaria de esta última institución se quedó sorprendida de que me pidieran todo eso y que no apareciera en los registros electorales, porque según su base de datos, yo era tan chilena como ella.
Presenté todo ese mismo día, el 15 de julio antes de las 14:00 horas en la Oficina de Partes de Servel. El funcionario me reconoció y adjuntó los papeles a la solicitud realizada en abril.
Hasta la fecha, he escrito en varias oportunidades para saber qué pasó con mi caso, ya que sigo sin aparecer en los registros.
REFLEXIONES:
1) ¿Cómo es posible que a la fecha y con los avances tecnológicos que presenta Chile, el Servel no esté en línea con la PDI y el SII?
2) Con el tráfico de información de bancos y entidades financieras, mis datos circulan por todos lados sin mi permiso. Sin embargo, cuando se trata de ejercer un derecho, se me invisibiliza.
3) ¿Cuál es la verdadera voluntad política de ordenar un servicio público, considerando la importancia del rol que este juega en los procesos de ejercicio cívico?
4) Confieso que una parte de mi rabia no sólo es no aparecer en los padrones, sino sentirme absolutamente invisibilizada por un Estado para el que trabajé por muchos años, con compromiso, dedicación y responsabilidad, esperando contribuir con los sectores más desfavorecidos y complejos del sur de Santiago.
No espero que mi caso sea noticia, sólo apenas una denuncia de alguien cuyo “pecado” es querer votar.
Desde ya, muchas gracias por su atención.
Un abrazo,
Daniela Deni

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